Es
realmente descorazonador comprobar que en medio de la peor crisis económica que se recuerde, mientras los ciudadanos sufrimos recortes sociales y subidas de impuestos constantes, los clubes
de fútbol españoles adeudan al fisco la nada despreciable cifra de 752 millones de euros. A esta cifra habría que
añadir además los 10,6 millones que deben a la Seguridad Social.
La
descomunal deuda trascendió a los medios tras una pregunta realizada por
Izquierda Unida al Gobierno en sede parlamentaria y las reacciones no se
hicieron esperar, llegando incluso al extranjero. Así, el presidente del
histórico club alemán del Bayern de Múnich se atrevió a afirmar: “Para mí es el
colmo, es impensable. Pagamos cientos de millones de euros a España para que
salgan de la mierda y luego los clubes se eximen de pagar la deuda. Esto no
puede ser así".
La
Liga de Futbol Profesional y algún club, como por ejemplo el Real Madrid, se han
apresurado a salir a la palestra y afirmar que no mantienen deudas exigibles
con Hacienda. El matiz de exigible no es gratuito pues si bien indica que la
deuda esta aplazada, pendiente de algún tipo de recurso o de que se resuelva una
situación de concurso de acreedores, no significa ni mucho menos que tal deuda no
exista.
De
la cantidad total adeudada a Hacienda, 490 millones de euros corresponden a los
equipos de primera división, 185 millones a los de segunda y 78 millones a los
del resto de categorías.
Evidentemente
la crisis económica ha empeorado de forma significativa la situación fiscal de
nuestros equipos de fútbol, pero no debemos olvidar que ya en el año 2008 esta
deuda era de más de 600 millones de euros; el dato no hace sino demostrar que nuestros
clubes han vivido en todo momento por encima de sus posibilidades, llevando una
gestión económica que sólo se puede calificar como absolutamente lamentable.
El
problema es aún mayor de lo que indican los montantes adeudados a Hacienda y a la
Seguridad Social, pues se estima que el total que deben los equipos de fútbol a
todos sus acreedores supera la increible cifra de 3.500 millones de euros, encontrándose
doce clubes en concurso de acreedores. Contemplando estos datos no sería muy arriesgado afirmar que el fútbol español
está en una situación muy próxima a la ruina.
La
irresponsabilidad de los dirigentes de nuestro fútbol propició en el pasado la
puesta en marcha de dos planes de saneamiento. El primero se realizó a mediados
de los años ochenta y condujo a que los clubes de fútbol enjugaran la deuda en
que habían incurrido para modernizar sus estadios para el Mundial de 1982 a
cambio de los ingresos de las quinielas. El segundo se llevó a cabo a
principios de los años noventa mediante la conversión de los clubes de fútbol
en sociedades anónimas deportivas y el aumento del porcentaje de ingresos que recibían
de las quinielas.
Para
tratar de resolver la crisis actual se está especulando con que el Consejo
Superior de Deportes y la Liga de Fútbol Profesional preparen un nuevo plan de
saneamiento, que se instauraría de forma progresiva y conduciría a que los equipos
con deudas con Hacienda y la Seguridad Social sean expulsados de la
competición.
En
todo caso no debemos olvidar que toda esta situación ha sido instigada y
propiciada por la actuación de los políticos, que han visto en el deporte rey
un escaparate perfecto para aumentar su popularidad. Así no es difícil encontrar
en cualquier rincón de España a alguna administración local o autonómica que
haya adoptado decisiones económicamente absurdas para favorecer a sus equipos
de fútbol, tales como: recalificaciones urbanísticas, patrocinios, financiación por las cajas de ahorro o contratos con televisiones públicas.
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